Dientes perdidos y la mandíbula
Para mantener su densidad y forma, el hueso necesita estimulación. Para la mandíbula, esa estimulación proviene de los dientes. Tus dientes hacen cientos de breves contactos entre sí todos los días. Estos contactos producen pequeñas tensiones en los dientes, que se transmiten al hueso. Esto hace que se regenere continuamente.
Cuando se pierde un diente, la estimulación que proporcionaba al hueso circundante desaparece y esto puede provocar la pérdida ósea. La falta de un solo diente es a menudo el primer signo de pérdida de densidad ósea. Sin la presencia de refuerzo que brinda el diente, el hueso en esta área comienza a encogerse.
La densidad ósea se reduce aún más a medida que los dientes se rompen y se caen, lo que desencadena un ciclo destructivo.
Cuando se pierden suficientes dientes y el hueso continúa deteriorándose, la distancia desde la nariz hasta el mentón comenzará a disminuir en una condición conocida como colapso facial. Al carecer de soporte estructural, los labios se hunden. Esta es la razón por la cual las personas a las que les faltan dientes pueden parecer infelices o mucho mayores de lo que son. Con el tiempo, la pérdida ósea también puede hacerte más susceptible a fracturas y erosión de la mandíbula, lo que afecta la capacidad para hablar y masticar.
Además del deterioro del hueso de la mandíbula, los dientes que quedan comenzarán a moverse hacia los espacios dejados por los dientes faltantes. A su vez, esto puede causar problemas de mordida adicionales e incluso dolor en la articulación de la mandíbula.
Si la placa dental no se elimina, esta se convertirá en sarro, lo que dificultará su posterior eliminación.
Cómo ayudan los implantes dentales
Los implantes dentales son reemplazos de dientes que están diseñados en parte para prevenir todo esto. Para empezar, los implantes dentales pueden ayudar a restaurar la función y la estética de tu sonrisa, lo que te permite comer, masticar y hablar con eficacia mientras mantienes la apariencia de dientes fuertes y saludables.
Además, los implantes dentales pueden prevenir la pérdida ósea. Esto se debe a que están hechos de titanio, que puede fusionarse con hueso vivo. Cuando los implantes dentales se implantan quirúrgicamente en la mandíbula, se convierten en una parte permanente de la misma, estimulando y estabilizando el hueso para ayudarlo a mantener su volumen y densidad.
Los implantes dentales se colocan durante un procedimiento quirúrgico en la clínica dental con anestesia local. Luego, ya sea de inmediato o después de un período de curación, se rematan con coronas dentales. Juntos, estos componentes se ven, se sienten y funcionan casi exactamente como lo haría un diente natural.
Dado que los implantes funcionan de manera muy similar a los dientes naturales, ejercerán la misma cantidad de presión contra el hueso de la mandíbula, lo que lo mantiene funcional y saludable.
Con el cepillado regular, el uso de hilo dental y limpiezas profesionales, el mismo mantenimiento y cuidado que requieren los dientes naturales, tus implantes dentales serán permanentes y pueden durar muchos años, y posiblemente incluso toda la vida.
Pide recomendaciones a tu dentista
Cuando se trata de la densidad ósea de la mandíbula, el tiempo juega un papel importante. Los huecos que dejan los dientes faltantes deben rellenarse lo antes posible, ya que cuanto más espere el paciente, más densidad ósea se perderá, lo que dificultará la inserción de un implante dental para reforzar el hueso de la mandíbula.
El dentista es un recurso importante en lo que respecta a la salud bucal y puede hacer recomendaciones apropiadas sobre si necesita un reemplazo dental y cuál es el adecuado para ti.
Recuerda que tu salud dental es muy importante. En la Clínica Dental Requena tenemos los mejores tratamientos para ti. Pide tu cita ahora y ven a visitarnos.
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